jueves, 2 de agosto de 2012

Curiosidades de la Grecia clásica II

Orígenes de palabras
Peloponeso significa "isla de Pélops". En aquel entonces creían que era una isla (casi lo es) y Pélops un antiguo rey legendario que la había gobernado.


Nuestras palabras "Grecia" y "griego" vienen del latín, los griegos se llamaban a sí mismos "helenos" y a Grecia "Hélade". Al parecer un grupo de ellos llegó a Italia en la época Micénica (cuando Troya). Eran de una tribu llamada "graikoi", que en la lengua de los italianos se convirtió en "graeci" y la usaron para referirse a todos los griegos, fueran o no de esa tribu.

Bárbaro era una onomatopeya. A los griegos cuando hablaba una extranjero les sonaba todo a barbarbar (como nuestro blablabla), un balbuceo incomprensible. A diferencia de Gaijin para los japoneses no era algo despectivo. No significaba incivilizado, como ahora, sino símplemente extranjero, que no habla griego.

Las olimpiadas
Eran una festividad religiosa en la que representantes de cada polis competían deportivamente. Se celebraban cada 4 años y eran tan importantes que se paraban las guerras para poder participar. Incluso su calendario se basaba en ellas, siendo sus fechas del estilo de "tercer año desde la olimpiada nº 17".

Las mujeres tenían prohibido asistir y participar, pero la madre de uno de los atletas, convencida de que su hijo iba a triunfar, no estaba dispuesta a perdérselo. Se disfrazó de entrenador y se coló.

Tal como había soñado su hijo logró hacerse con la victoria. Cuando saltó la valla para correr a felicitarlo su ropa se enganchó en la valla, y quedó desnuda delante de todos, saltando a la vista su engaño. La pena para tal delito era la muerte (despeñada) pero en honor a su hijo, hermanos y padre (todos campeones) se le perdonó la vida.

Sin embargo, para evitar que aquello se repitiera, se impuso la norma de que, en adelante, tanto entrenadores como atletas debían participar completamente desnudos (algo que bien mirado era muy... griego).

El nudo gordiano
En Frigia se habían quedado sin rey. Consultaron al oráculo y les indicó que nombrasen rey al primero que llegara al templo en una carreta. Gordias era un campesino, con una carreta tirada por bueyes asegurada por un nudo muy complicado. Un águila se posó en su carreta, lo que interpretó como un buen presagio, y se dirigió al templo, siendo coronado.
Se decía que quien consiguiera desatar el nudo de Gordias podría conquistar toda Asia. Cuando Alejandro Magno se dirigía a conquistar Persia pasó por allí y le presentaron el reto. Alejandro lo superó cortándolo con su espada.


La comida espartana.
Los espartanos sólo sabían de guerra. Su entrenamiento desde niños era tan orientado a lo militar que menospreciaban todo lo demás: oratoria, retórica, lírica, teatro, escultura... gastronomía. Un plato típico de Esparta era el "caldo negro", un guiso de cerdo oscurecido con sangre y vino. Entendían la comida como algo necesario para tener fuerzas, nada más. Como el pringue que comen en la Nabucodonosor, para quien recuerde Matrix, "lo que el cuerpo necesita".
Se cuenta que un visitante de la lujosa Síbaris, tras probarlo, dijo que ya sabía por qué los espartanos eran tan buenos guerreros. Aquella comida hacía desear la muerte.


De cómo Atenas evitaba a los tiranos.
Una vez al año hacían una votación. Cada ciudadano cogía un trozo de cerámica y escribía el nombre de cualquiera que considerase peligroso para la democracia. Echaban los trozos en una urna y el nombre que saliera más veces (con un mínimo de 6.000) sería exiliado durante 10 años de forma preventiva. No era deshonrado ni perdía sus propiedades, a los 10 años podía volver y seguir con su vida con normalidad.
La palabra griega para esos trozos de cerámica era ostrakon, de ahí viene nuestra palabra ostracismo.
La votación más famosa fue la de Arístides contra Temístocles.

Tras derrotar a Darío en la batalla de Maratón los atenienses, sabiendo que los persas volverían a atacarles, no se ponían de acuerdo sobre cuál sería el mejor modo de preparar su defensa y consultaron con el oráculo. La pitia les dijo de crípticamente (para variar) que cuando todo estuviese perdido sólo la muralla de madera quedaría sin conquistar.

Arístides, apodado "el justo" por su honradez, lo interpretaba literalmente. Decía que debían construir una muralla de madera rodeando la acrópolis y resistir allí aunque arrasaran todo lo demás. Temístocles, en cambio, sostenía que la sacerdotisa se refería poéticamente a barcos, y que debían construir una enorme flota que formase un "muro de madera".

Se convocó una votación de ostracismo para elegir entre ambos. Se cuenta que un ateniense que no sabía escribir pidió a Arístides (a quien no había reconocido) que le escribiese el nombre en su ostrakon.
- ¿Qué nombre quieres que ponga? -preguntó Arístides el justo.
- El de Arístides.
- ¿Por qué? ¿Qué daño te ha hecho él?
- ¡Ninguno! Solamente estoy harto de oír a todo el mundo llamarle Arístides el justo.
Arístides escribió su propio nombre en silencio y se marchó.

Perdió la votación, fue exiliado y se consuyó la flota que quería Temístocles. Por suerte para los atenienses, ya que gracias a ella pudieron derrotar, años más tarde, a los persas en Salamina.


2 comentarios:

  1. Creo que Los griegos, del ciclo de Historia Universal de Isaac Asimov.
    El libro tiene ya sus años y no está escrito por un experto en historia, pero como divulgación histórica es de lo mejor que he encontrado por la forma de explicar las cosas.
    Si has detectado alguna incorrección o conoces algún otro divulgador o libro de texto que merezca la pena te agradecería que me lo comentases. Robin Lane Fox se queda un poco justo.

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