jueves, 19 de julio de 2012

Teseo y el minotauro

Es curioso pensar cómo la mitología griega estuvo salpicada por hechos históricos. Teseo, acabando con el minotauro, por ejemplo.


Lo verídico es que Minos (no está claro si ése era su nombre o era la palabra cretense para decir rey) gobernaba Cnosos, la ciudad más importante de la civilización Minoica allá por el 1.400 AC. Su flota era tan poderosa que sus ciudades no necesitaban murallas. Era más avanzada culturalmente que la griega de aquel entonces y dominaba comercialmente el mar egeo. El palacio de Cnossos era enorme, tenía 17.000m2 y unas 1.500 habitaciones. A ojos de los griegos de aquella época, atrasados culturalmente y viviendo en pequeños poblados tribales, debía parecer un laberinto.
Los griegos se rebelaron y les declararon la guerra. Finalmente vencieron (gracias a que reventó un volcan cerca de Cnosos arrasándola, pero eso es otra historia) y tras eso la civilización minoica nunca volvió a ser la que era. Teseo fue quizás un gran guerrero, un héroe griego importante en esa guerra.

El toro era uno de los más importantes símbolos religiosos de la civilización Minoica. No cuesta mucho imaginar cómo con el paso de los siglos, al correr de boca en boca la historia de que Teseo había vencido al "toro que habitaba el laberinto de Cnossos", ésta se acabase convirtiendo en la leyenda que nos ha llegado. Resumida:

El dios Poseidón, ultrajado por un intento de engaño de Minos, como castigo hace que su mujer no piense en otra que cosa que follarse a un magnífico toro blanco. Ésta, con la ayuda de Dédalo, construye una vaca hueca, se mete dentro y deja que la monte. Queda fecundada por el toro y de ese acto aberrante da a luz a un monstruo; un hombre con cabeza de toro, un ser espantoso y sanguinario que se alimentaba de carne humana.
Teseo, el semidiós ateniense, haciendo gala de su gran ingenio y maestría en el combate (y favorecido por los dioses), da muerte al minotauro.

Hasta hace bien poco los historiadores consideraban al rey Minos y su palacio de Cnosos una leyenda pues sólo conocían el mito griego, hasta que en 1893 Arthur Evans excavó en Creta descubriendo sus restos. Algo parecido pasó con Troya; no estaban seguros de que hubiera existido realmente hasta que en 1870 Heinrich Schliemann, obsesionado con la Ilíada y la Odisea, la descubrió en sus excavaciones en Turquía.

Me pregunto cuánto de verdad habrá en otros mitos, qué acontecimientos históricos que desconocemos habrán quedado convertidos en leyendas. Es probable que el de la Atlántida tuviera su orígen en el mismo volcán que hizo tambalearse a la civilización minoica. Los terremotos y maremotos que lo acompañaron bien pudieron sepultar bajo las aguas alguna isla poblada. Y varias culturas hablan de un gran diluvio que anegó la tierra, los babilonios lo mencionan en el poema de Gilgamesh.

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